miércoles, 5 de agosto de 2009

El fin de una era

El caballero desmontó luego de un largo camino. Su montura estaba agotada, bufando fuertemente haciendo notar lo extenuado de su camino. El Paladín comprendía perfectamente a tan noble animal, pues él estaba igual de agotado. Su cuerpo y mente le exigían un descanso.

Se soltó las correas que sostenían la armadura. Primero sus brazos quedaron al descubierto y notó lo robustos que se habían vuelto tras empuñar espada y escudo en tantas batallas.

Luego cayó pesadamente la armadura que le cubría el torso. Vio su pecho ancho y herido. Había recibido heridas de batalla, pero siguió luchando. Siempre lo hacia, sin importar las heridas. No sabía por qué, pero siempre continuaba luchando, pensando en que él haría un cambio. Que su lucha solitaria mostraría que lo justo es valioso, y que valores como los suyos podían seguirse y ayudarían a forjar una mejor nación. Contempló sus heridas y se preguntó si habría hecho algún cambio.

Soltó las amarras de las piernas y se sintió aun mas ligero, como si pudiese dar grandes brincos y recorrer todo el lugar rápidamente para disfrutarlo completamente, pero el cansancio lo detenía, sus músculos no le respondían a tales caprichos.

Finalmente tomo el yelmo y lo levanto de su cabeza. Llevaba demasiado tiempo con el puesto. “Es para protegerme de un golpe certero a mi cabeza” decía con confianza en la voz. Y mientras lo levantaba comenzó sentir la brisa entre sus cabellos, acariciando su rostro, secando sus labios, helando sus orejas.

Su visión cambió y pudo ver todo en su conjunto. Ya no solo veía aquello que el visor lo dejaba apreciar. Veía el valle completo, con sus verdes prados y sus zonas rocosas. Lo contemplaba todo. Cayó de rodillas y lloró.

En ese momento comprendió todo. Que los paladines ya nos sirven en estas épocas, que los justos no son bendecidos y que las heridas que había recibido no habían hecho mas que hacerle daño y no había salvado a nadie. Él no hacia el cambio.

Entonces tomó la decisión. Se levanto a duras penas, y con el dolor de su alma salió del camino. Volvió la mirada atrás y contemplo su montura y sus armas y armadura arrumbada, recordó su vida como Paladín. Los momentos buenos y los malos, y se alejó. Su tiempo de luchador había acabado, debía dejar eso que tanto amaba atrás. Las cosas cambian y su vida cambio, aunque el no lo quisiera, la decisión ya estaba tomada. Le causaria mas dolor que todas las heridas recibidas durante la lucha, pero el tiempo del Paladín había acabado.


The Death of Sturm, Oils, by Larry D. Elmore

"Touch this body and you will die," Laurana said softly.
"Your dragon will not be able to save you. This knight was
my friend and I will not let his killer defile his body."

Dragons of Winter Night, by Margaret Weis and Tracy Hickman

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