martes, 27 de octubre de 2009

Cuento de 100 palabras

Este es una prueba. Trate de hacer un cuento en 100 palabras y esto es lo que salió. La verdad es que no me gusto mucho como quedó, pero fue bastante entretenido el reto.

Eso... aqui esta.

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Egoista

Nunca la vio entrar a su mundo, pero ahí estaba con su cabellera roja y su concentración sumida en un libro de tapas roídas con la imagen de dos amantes en la portada. Lo asumió como un presagio.

Le pidió matrimonio, y se casaron un 14 de Febrero, en una fiesta llena de romanticismo. Hicieron el amor como amantes enjaulados bajo una luna de miel, y despertaron abrazados a la orilla del mar.

Una voz de barítono anunciando la siguiente estación lo sacó de su ensoñación, y el amor de su vida es marchó, llevándose su vida con ella.

“¡Egoísta!”

lunes, 21 de septiembre de 2009

I wanna be a Suricata

Las suricatas-chilensis tienen garras fuertes y curvadas que utilizan para tomar. El pelaje es marrón claro, con franjas cortas paralelas de color más oscuro en la espalda. Son conocidos por permanecer de pie en sus extremidades traseras vigilando en búsqueda de presas o para evitar ser sorprendidos por sus depredadores.

Es una especie nocturna y de costumbres sociales. Son animales tomadores, que se desplazan de carrete en carrete en busca de una compañera adecuada, a la cual tratará de seducir con el ya conocido grito de apareamiento del suricata-chilensis.

La suricata es carnivora, consumiendo sobre todo carne de vacuno en forma desmedida y también otros pequeños mamíferos, lo que regularmente es acompañado por algún brebaje etílico, líquido que le permite mantenerse en posición de alerta.

Pese a que este mamiíero es principalmente terrestre, existe una subespecie que se ha adaptado a los ambientes costeros. Su piel es mas oscura y resistente a las bajas temperaturas. Pese a su aspecto uraño, sigue siendo una criatura afable.

Su predador natural son los perros salvajes, tipo ovejas-asesinas, que atacan a estas criaturas en respuesta a su desafiante mirada, y su actitud provocadora.

"Mi sueño es ser un Suricata"

viernes, 7 de agosto de 2009

Una noche en mi cuidad


Eran las cinco menos cuatro de un nuevo día, y caminaba tranquilo por mi cuidad, disfrutando de su arquitectura sumida en la oscuridad. Llevaba un paso arrítmico. No intentaba ocultar mi presencia a algún gusano, mas bien, caminaba danzando con un pequeño vaivén para denotar la alegría que me embriagaba.

Caminando sin destino concebido, aparece ante mí un chalet elegante con coloridas luces de neón. Para mi sorpresa el guardia, de exquisita vestimenta, me invita a relajar mi cansado andar.

Ante tan amable invitación, no me quedó otra que aceptar. No está en mí ser mal educado, y si bien no conocía al caballero, palabras tan cordiales solo podían indicar un gesto de magnánima hospitalidad.

Entré dando volteretas a este lugar, donde mágicamente habían llevado la noche a su interior. Me sentaron en uno un palco digno de un rey. Perfectamente podría caber una persona recostada, aunque no parecía lo más apropiado para ese momento. Me ofrecieron algún tipo de refresco para saciar mi sed. Y como no quería ser descortés solicite al sirviente de aquel lugar que me trajera su más exótico brebaje.

En un solo parpadeo apareció el joven pero ahora con un vaso en la mano. Mi lengua, ya gruesa y seca, reclamaba probar tan dulce elixir del que emanaba ese olor azucarado. Mis manos sostuvieron el vaso con cautela, derramando cautelosamente algo del líquido sobre mis pantalones en señal de agradecimiento, y empine la bebida para no perder ni una gota de tan delicioso néctar.

Sin duda debo de haber causado una gran impresión, pues luego de unos minutos se me acerco una hermosa doncella. Seguramente era una de las hijas predilectas del dueño de esta hacienda, pues a medida que entrábamos en confianza, me platicaba sobre su presentación previa para los asistentes, y de las ovaciones recibidas de los asistentes.

Luego de unos instantes la moza se alejo de mi lado para acompañar a otro visitante. Probablemente un conocido de la familia, ya que lo saludó con gran familiaridad y entusiasmo.

Solicite otra de aquellas bebidas para satisfacer a mi tan exigente paladar. Sin embargo, cuando iba por mi segunda degustación, sentí algo extraño. Era más que seguro que alguien estaba tratando de envenenarme, un fuerte dolor estomacal se apoderó de mis entrañas, y un malestar generalizado se extendió por todo mi cuerpo. La muerte se iba apoderando de mi ser.

Pero como soy bastante culto, recordé un clásico del cine arte cuyo nombre no recordaba a causa de mi envenenamiento, y seguí las instrucciones que allí mencionaban, vaciando mi estómago discretamente sobre la mesa, expulsando el veneno de mi cuerpo.

Rápidamente el guardia se apresuró a prestarme ayuda, incorporándome sutilmente y llevándome a la entrada (que ahora era salida) del lugar para que tomara aire fresco. Me dio un ligero golpe en la espalda para darme ánimos, pero mi cuerpo ha de haber estado muy debilitado, pues salí despedido contra la calle.


El guardia también se sorprendió de mi inusitada debilidad, y no pudo moverse, quedando petrificado junto a la salida. Ante la situación, no me quedó más que levantarme dándole las gracias y diciéndole que no se preocupara por mi.

Decidí volver a mi hogar, pues el debilitamiento no se alejaba y mi cuerpo me pedía una pequeña siesta. Mientras caminaba, mucha gente me reconoció y saludaba amablemente mientras le daba la mano. Pienso que muchos me deben conocer desde mi niñez, pues utilizaban los típicos apodos con que me llamaba mi hermano y mi padre. Además, varios de ellos mandaban saludos a mi madre, confundiendo muchas veces su apellido y profesión.

Unos chicos incluso me ayudaron quitándome el peso de los bolsillos mientras me mostraban técnicas propias de pugilistas profesionales. Es regocijante ver que algunos jóvenes aun se interesan por los deportes y no dedican tanto tiempo a la televisión.

Me acomodaron amablemente sobre la escalera de lo que deben haber pensado, era la entrada de mi hogar. Como no quería herir sus sentimientos, me quedé recostado hasta que los perdí de vista, para luego reincorporarme y seguir mi camino.

Fue en eso que vi unas luces parpadeantes. Corrí hasta ellas pensando que alguien podría necesitar de mi ayuda, empero mi mala fortuna fue mayor, y un can cuya raza ha de haber sido un galgo dado su extrema velocidad, se cruzó en mi carrera haciéndome perder el equilibrio, no sin antes ver lo que parecía una ardilla que corría en medio de la noche en busca de cobijo. Por suerte el can la cogió con una sonrisa y se la llevó, probablemente a un lugar más confortable y seguro. Pero mientras la ardilla encontraba consuelo, yo seguía cayendo mientras un ruido ensordecedor llegaba hasta mis oídos, como si de sirenas llamando a un pirata se tratase. Alcance a dar sólo unos cuantos pasos más, cuando mi cara dio contra un vidrio próximo, quedando cara a vidrio-cara de su presencia mi estimado señor.

Eso es lo último que recuerdo, mi estimado sheriff. Le agradezco su hospitalidad y creo que aceptaré su invitación a pasar la noche en su morada, pero he de advertirle que soy un hombre de gustos refinados y no muy fáciles de complacer.

miércoles, 5 de agosto de 2009

El primer beso


Sus labios se posaron sobre los de ella, trayendo consigo la sorpresa de algo inesperado. Había respondido a sus impulsos, dejando de lado la razón, y los frutos ahora eran degustables con un exquisito sabor a miel y frutillas.

Estaba inmerso en sus emociones, no había cabida para el pensamiento. Sólo flashazos, retazos de coherencia, que trataban de sacarlo de tal abatimiento. Sin embargo no era suficiente, la oleada de emociones no daban tregua, y su corazón se dedicaba a dar ordenes incluso al cerebro para que este retuviese hasta el más mínimo detalle de esta experiencia. Quería atesorarla, conservarla en el tiempo, y llevársela consigo.

Así empezó a clasificar cada detalle, claro que de aun pues bien sabido que el hombre no puede hacer muchas cosas a la vez, y si consideramos que estaba dando un beso (y colocando lo mejor de si en este), analizar cada detalle sería una tarea particularmente pesada si quería ser riguroso. Pese a todo, deseaba conservar cada elemento en su cabeza, lo más ordenado posible.

Comenzó sintiendo el roce de los labios húmedos y un tanto pegajosos provocado por el lápiz labial, que junto con su aroma daba la sensación de estar a punto de morder una jugosa cereza.

Su aliento. Oh, su aliento, tan cálido y acelerado como su el batir de su corazón, el cual sentía mas fuerte cuanto más presión ejercía en su espalda desnuda, acercado sus pechos contra el suyo. Le daba cierta gracia y libido, el sentir como aquellos redondeados senos se aplastaban perdiendo su elegante forma en pro de una cercanía mayor para ambos cuerpos deseosos uno del otro.

Un mordisco fuerte, pero gentil en su labio inferior lo sacó de su captura de sensaciones, como un aviso que estaba desconcentrando su tarea. Se disponía a ponerse nuevamente en campaña, pero aquel apriete era digno de ser recordado, por lo que visualizo los dientes de ella lanzándose contra su boca, encontrando una presa sumida en ensoñaciones, y aferrándose a ella con devoción, mostrando la pasión venidera en un solo acto, una mordida fuerte, que dejaría a su presa cautiva por siempre, pero sin dañarla. Por siempre disfrutando de su cautiverio.

Luego de almacenar este recuerdo en el compartimiento B-4 de su mente (el espacio que antiguamente era ocupado por automóviles que algún día quiero tener), volvió a dedicarse al beso, reforzando su idea de macho dominante, liberándose del mordisco propinado para darle una lección a su amante.

Se lanzó así a su cuello, primero con una mordida emulando al trillado conde de transilvania, descubriendo que por muy trillado uqe estuviese, éste acto tenia un efecto increíblemente devastador en la desventurada dama. Un espontáneo gemido emitido por la victima fue la prueba de su éxito, lo que hizo arder aun más sus pasiones llevándolo a recorrer cada centímetro de su cuello con sus besos, como si se tratara de un ciego que quiere descubrir la anatomía cervical a través del fino tacto de sus labios.

El aroma que desprendía no era ocultado por la saliva que dejaba tras sus besos. Un aroma entre noche, un baño refrescante y sándalo, con una pizca de canela que seguramente eran propios del té que habían estado tomando minutos antes. El olor evoco diferentes recuerdos, los cuales fueron siendo borrados y cambiados por este solo momento. ¡Qué mejor que reunir tantos exquisitos aromas en un solo y magnifico momento!

Su lengua también quiso degustar tan preciado manjar que el olfato tanto alardeaba. Se encontró con una piel tibia y tersa. Pero esta fue más atrevida, yendo más allá del cuello, descorriendo la camisa en dirección a los hombros. Por su puesto las manos contribuyeron desabotonando aquella trampa que no daba libertad a su portadora, y así pudo degustar desde el cuello hasta los hombros, ahora expuestos a los besos del amante.

Nuevamente, ella llamó su atención sujetando los sus brazos por sobre los codos. Él metió sus manos bajo su blusa abierta tomándola de su cintura. Se sorprendió al darse cuenta que sus manos rápidamente tomaban posición, y su apriete era tan fuerte como para levantarla y arrojarla a la cama como también para retenerla con pasión mientras él seguía recorriendo su cuerpo.

Y así el navegante tomó la segunda opción y se embarco a descubrir este nuevo mundo besando sus mejillas, sus labios, su pera, para luego descender peligrosamente por entre los senos para llegar a su vientre..

Sintió el mundo remecerse cuando su legua encontró una joya incrustada en su ombligo. Jugó con ella un rato, como un gato que juega que un estambre de lana. Lo movía aun lado, luego al otro, lo aferraba con sus dientes, intentando enviar un mensaje. Comprendió que el mensaje había sido recibido cuando una respiración acelerada comenzó a sacudir el cuerpo de la mujer.

Sintió las uñas de ella recorriendo su cuero cabelludo, hasta que unos finos y suaves dedos presionaron bajo su cabeza apremiándolo por volver al inicio. Su cara se encontró frente a la de ella, y pese a la escasa luz, pudo reconocer una sonrisa en su rostro. Se abalanzo nuevamente a sus labios, para seguir degustando tan exquisito almíbar.

Siguió almacenando detalles, y disfrutando cada momento durante toda la noche. Pero ahora estoy cansado para seguir relatándoselos, y además, creo que ya fuimos bastante indiscretos, sobretodo si se trataba de su primer beso.

Mi calefactor

El invierno se deja sentir en mi habitación.
Comienzo a sentir su paso por mi cuerpo,
tocando mi piel, herizando mis vellos.
Y mi calefactor yace roto en la habitación.

Siento el frio penetrar mi piel hasta los huesos,
entumeciendolos, haciendo que añoren primaveras pasadas.
Prendo las luces para generar calor,
pero no hay nada como mi calefactor.

Veo las murallas de la pieza,
buscando colores cálidos.
Y luego me recrimino por mi avaricia
mientras apago las luces por unos pesos.

Busco mi calefactor a tientas y lo encuentro,
funciona a medias y me reconforta.
Pero luego de unos minutos vuelve a apagarse
y me deja frio en mi habitacion

Tendre que buscar un reparador de calefactores,
aunque no han de haber muchos.
Confio en que tenga arreglo,
Pues es mi unico calefactor.

La Emboscada

Ya habían caido tres de los seis que lo habían emboscado. Y el cuarto se abalanzaba en ese momento contra él, salpicando saliva y con el correr pesado propio de los orcos. Dejaba entrever los dientes sucios y desalineados, que sin duda utilizaría como arma en caso de ser necesario, mientras emitia un alarido que bien podria haber sido una consigna de batalla o una plegaria a sus dioses, pero quien entiende a un orco.

Recién había sacado la lanza del hombro del orco caido cuando de reojo vió como esta bestia se acercaba con intenciones de embestirlo, seguido de otro de paso mas lento. Tomó firme su lanza, y comenzó un ligero trote en contra de sus adversaros. El trote lo aceleró a medida que se acercaba, hasta convertirse en un correr. Apretó los dientes y fijo su mirada en el primero. El orco hizo lo mismo y se agacho ligeramente preparando la embestida con todo su cuerpo que facilmente duplicaba en anchura al caballero. La distancia se acortó rápidamente entre ambos, y momentos antes del choque contra la mole, el dragoon plantó fuertemente su pie izquierdo impulsandose lo suficiente para luego apoyar su otro pie sobre la cabeza de la sorprendida bestia, impulsandose nuevamente, ahora fijando su mirada en el orco que seguía al primero en su loca carrera.

El Dragoon se elevó alcanzando unos tres o cuatro metros de altura, y mientras se alzaba en el aire tomó con ambas manos su arma, procurandodejar la punta en dirección al suelo, donde un atonito orco contemplaba estupidamente la silueta que caia violenta y gracilmente sobre si, atrabezando su craneo.

Si bien, el golpe acerto de lleno, el aterrizaje del caballero no fue lo que esperaba. El orco era demasiado grande lo que no le dio espacio suficiente para caer en tierra firme, teniendo que apoyarse sobre el cuerpo muerto, pero aun en pie de la bestia. Sin poder conseguir un apoyo firme, rodo por el suelo, quedando su lanza incrustada en el cuerpo de su enemigo. Aun, en el suelo, magullado por la caida, una sonrisaq se esbozó en su rostro, sin embargo, ésta desapareció rápidamente al ver al orco que habia dejado atrás, girando y rugiendo aun más fuerte para enfrentarlo.

Presto se puso en pie, y corrió al cuerpo que tenia cautiva su lanza. La sujeto con fuerza y tiro de ella, sin embargo la punta habia quedado atrapada por un simil a armadura que portaba la bestia. Volvió a tirar con más fuerza pero no cedía, mientras el otro orco se acercaba rugiendo en un modo que se podria describir como una carcajada.

Ya se encontraba a pocos metros y el hacha de huesos danzaba en la mano del orco. El caballero seguía intentando sacar la lanza sin conseguir su objetivo, cada vez más desesperado. Se encontraba cansado, y las manos sudadas no le ayudaban en su faena, y veia la ira en los ojos de su adeversario. El orco ya estaba casi encima, y el hacha trazaba un arco en direccion a la desnuda cabeza del caballero, cuando una sombra azulina golpeo secamente el craneo de la bestia haciendola tambalear y fallar su golpe, justo a tiempo para que el caballero en un ultimo intento desprendiera su arma de la presa, haciendole caer de espaldas.

Tendido boca arriba, vió asu salvador. Eisenzhan debe de haber venido a una gran velocidad para haber desestabilizar a semejante orco, y esto quedaba patente al ver a su amigo metros más alla, tendido, inconciente en el suelo. Miró al orco, que tambien contemplaba al wyvern tendido de mala forma en el cesped, y que ahora giraba su cabeza y avanzaba lentamente con su hacha en mano, listo para una pelea.

El Dragoon lo comprendió, debia hacerle frente sin su amigo. Tomo su lanza y se incorporó. Adopto su posición de combate y espero por su adversario.

El orco lanzo su primer ataque, su porte era suficiente como para estar a una distancia prudente de la lanza del dragoon mientras intentaba asestar un golpe con su hacha. El caballero dio un paso hacia atras para dejar pasar el hachazo, e inmediatamente lanzó una estocada contra el cuerpo de la bestia. Para mala suerte de él, la lanza fue a dar contra un trozo de metal que llevabha colgando del cuello a modo de armadura, haciendo brotar nada más que chispas.

El orco reacciono rapidamente haciendo volver a su brazo con el arma, golpeando el costado del caballero con el pomo del hacha. Miles de agujas se hicieron sentir en el cuerpo del caballero mientras se contorcionaba, luchando por recomponerse rapidamente. El orco aprovechó esta situación para golpear fuertemente con su mano libre la cabeza de su oponente, lanzandole un par de metros, para luego abalanzarce sobre él. Desde el suelo, el Dragoon se defenfia con sus pies más que con su lanza tratando de apartar a la bestia lo suficiente como para poder ponerse en pie. El hacha golpeaba continuamente el suelo sin dar con su objetibo, sin embargo los pies del orco eran más precisos y en cuanto tenian una oportunidad golpeaban el cuerpo del caido.

No fue, si no hasta que en uno de los golpes de hacha, el orco se abalanzó con mas impetu, haciendole fallar y perder el equilibrio, lo que fue suficiente para que el caballero rodara lejos de su adversario y se pusiera en pie. Furioso de perder su ventaja el orco se se lanzó con el hacha en alto. El Dragoon midio el espacio entre ambos, giro hacia su izquierda dando la espalda al orco, mientras empujaba el asta de su lanza hacia la criatura.

No vió el golpe, pero sintió como su arma encontraba a su enemigo haciendole emitir un gutural sonido. Velozmente volvió a girar sobre su eje para quedar frente a la bestia ahora dolida para enterrar la punta de su arma en la viceras de monstruo. EL rugido del orco despertó a los pequeños animales que dormían a esa hora. Sacó su arma con un moviento rápido, salpicadose de una sangre negruzca, dejando que el cuerpo sin vida cayera a sus pies.

Se tomo cinco segundos para recuperar el aliento y la fuerzas perdidas por la refriega, y luego corrio en direccion de su amigo, quien le había salvado la vida una vez más.

Estaba en plena carrera, cuando sintio una punzada en su espalda. Giró su cabeza para ver de que se trataba, cuando otro sintió otro aun mas fuerte en su pantorril, haciendole caer de bruces. Abrió los ojos mientras se encontraba mareado, y volvió la mirada hacia atrás. La noche dió paso a una figura corpulenta y verdosa que traia un arco en su mano. Miró a su compañero y contemplo como una red caia sobre él mientras otras figuras corrian en su drección. Trató de incorporarse, pero su cuerpo se habia hecho más pesado. Trato que sus brazos mantuvieran su pecho levantado, pero sus musculos flaquearon y lo dejaron caer. Lucho contra sus parpados, mientras contemplaba como las brutas bestias golpeaban con mazos a la indefenza criatura. Los maldijo en su interior.

la visión comenzó a nublarse, y su mente comenzo a divagar e ir a mejores días, cuando conoció a su wyvern, cuando se dió cuenta de su coneccion, cuando... un fuerte golpe en la cabeza puso fin a las ensoñaciones, y unas risas guturales se escucharon a lo lejos.

un... cuento?

Nunca lo vio venir. Estaba completamente relajado tomando un baño, mientras le relataba a un amigo lo sucedido, con completa naturalidad. Como si su actuar fuese solo un producto de su existencia, una consecuencia de esta, y como tal, sin mayor significado. El amigo lo miraba sorprendido, y tampoco visualizo al hombre que entraba en la habitación, quien había estado atento a la historia que se contaba. Él sólo conocía el desenlace, pero no había estado presente en los acontecimientos preliminares, y una curiosidad frívola le hizo esperar. Sin embargo, la voz suelta y despreocupada, acompañada de comentarios irónicos y risas falsas hizo que reaccionara antes de lo que el mismo había previsto.

Avanzo lento por la habitación, pero decidido. La cortina de baño evitaba que el narrador notara su presencia, y el oyente estaba tan atento al relato, que no le presto atención a la figura que avanzaba hacia ellos. Descorrió la cortina y la sorpresa se hizo patente en los ojos de su victima. Su mano actúo instintivamente dirigiéndose al cuelo hundiendo la cabeza en el agua, dándole así un abrupto fin al relato. Sentía su mano apretando cada vez con mas fuerza y ejerciendo presión para suprimir al máximo el movimiento del cuerpo que ahora peleaba por soltarse de su presa.

Su mente comenzó a actuar en cámara lenta y las sensaciones comenzaron a llegar tardíamente, haciéndolas más palpables. Sentía la textura de la piel húmeda y el palpitar agitado pasando por la yugular. Era capaz de contar las gotas que caían sobre su piel producto del violento chapoteo que producía el cuerpo al agitarse frenéticamente. Girando levemente la cabeza podía contemplar a quien momentos antes estaba oyendo la historia, con un rostro pasivo hacia el cuerpo que luchaba por captar cualquier atisbo de aire, como si a través de su mirada tratase de explicarle que lo que estaba sucediendo era producto de sus acciones, y que no había escapatoria.

Finalmente sus ojos volvían a fijarse en el rostro hundido bajo el agua, y trato de fijarlos en la mirada que luchaba por seguir en ese cuerpo. Y se deleito. Nunca pensó que esa sensación pasaría por su mente, por su cuerpo, pero así fue. Sintió un enorme placer y tranquilidad, incluso cuando el cuerpo dejo de agitarse y su mano, cansada de tanto esfuerzo, se abrió dejando un cuerpo inerte en la bañera.